lunes, 6 de julio de 2009

Suerte

Desde los trozos de espejo rotos reflejando en aquella esquina de la plaza bajo esa escalera y mientras en ella acaricio aquel quimérico gato negro que por cierto tanto odias, encuentro allí la mala suerte, y no porque en ella crea o venga de artificio alguno, mas porque desde el comienzo del fin las nubes tomaron un sabor amargo, se cargaron de arenales ambiguos sin proyecciones imaginarias se transformaron en ácido sobre mi piel, y en aquel agridulce castigo un placer culpable me recuerda que en aquel dolor, por fin sé que vivo Pamela Hernández

No hay comentarios: