martes, 4 de diciembre de 2007

Los espejos

(creo que es de Borges)
yo que sentí el horror de los espejos No sólo ante el cristal impenetrable Donde acaba y empieza, inhabitable, un imposible espacio de reflejos Sio ante el agua especular que imita El otro azul en su profundo cielo Que a veces raya el ilusorio vuelo Del ave inversa o que un temblor agita Y ante la superficie silenciosa Del ébano sutil cuya tersura Repite como un sueño la blancura De un vago mármol o una vaga rosa, Hoy, al cabo de tantos y perplejos Años de errar bajo la varia luna, Me pregunto qué azar de la fortuna Hizo que yo temiera los espejos. Espejos de metal, enmascarado Espejo de caoba que en la bruma De su rojo crepúsculo disfuma Ese rostro que mira y es mirado, Infinito los veo, elementales Ejecutores de un antiguo pacto, Multiplicar el mundo como el acto Genereativo, insomnes y fatales. Prolongan este vano mundo incierto En su vertiginosa telaraña; A veces en la tarde los empaña El hálito de un hombre que no ha muerto. Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro Paredes de la alcoba hay un espejo, Ya no estoy solo. Hay otro. Hay reflejo Que arma en el alba un sigiloso teatro. Todo acontece y nada se recuerda En esos gabinetes cristalinos Donde, como fantásticos rabinos, Leemos los libros de derecha a izquierda. Claudio, rey de una tarde, rey soñado, No sintió que era un sueño hasta aquel día En que un actor mimó su felonía Con arte silencioso, en un tablado. Que haya sueños es raro, que haya espejos, Que el usual y gastado repertorio De cada día incluya el ilusorio Orbe profundo que urden los reflejos. Dios (he dado en pensar) pone un empeño En toda esa inasible arquitectura Que edifica la luz con la tersura Del cristal y la sombra con el sueño. Dios ha creado las noches que se arman De sueños y las formas del espejo Para que el hombre sienta que es reflejo Y vanidad. Por eso nos alarman.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Deray

Rosana
Se oye hablar de un canto de mujer nadie la ha podido ver la leyenda habla de una voz sin piel. Desde el cielo llora sin querer deja lágrimas caer cuando llueve todos dicen que es Deray la voz de la tristeza es Deray, Deray, Deray Nadie estuvo en el amanecer de los tiempos pero creen que la Luna allí se enamoró de él Dice el viento que ella se acercó tanto que su rostro ardió y por eso esconde su dolor Deray La cara oculta de la Luna es Deray, Deray, Deray, Deray Amor letal que canta para no llorar Luna canta para él amanece y cuentan que en los días de calor el Sol muere de pasión y el mar son lágrimas que son lugar de la voz de la tristeza Deray Amor letal que canta para no llorar

domingo, 2 de diciembre de 2007

Caminares por la ciudad



Agobio

Jeannette Gorn Kacman
¿DE DÓNDE viene la palabra? De dónde nacen los vientos. Nos cabalga, nos deslumbra Nos avasalla. La palabra viene desquiciada Comprometida por un mal de origen. Huracanada desde su nacimiento. La palabra engendra, mal engendra al ser. Lo lanza contra la gramática Lo convierte en un aborto de la sintaxis. Y, ¿entonces? ¿Qué decimos los hombres cuando hablamos? ¿Qué dice el lenguaje a través nuestro? ¿Desde dónde somos hablados? ¿En qué caverna dormita la palabra? ¿La metáfora tiene acaso gemela univitelina? ¿El verbo es huérfano? ¿El pronombre no nato? ¿El adjetivo araña su narcisismo?